“Todo el mundo sabe que el problema del castaño es algo muy grave que urge resolver. De su solución depende, no solamente la riqueza forestal que aunque muy valiosa y sagrada, no representa, al fin y al cabo, más que un valor económico-, sino la existencia o la desaparición para siempre del árbol más útil y más hermoso de la flora del noroeste de la península ibérica, suministrador de una fruta de inmenso valor y de una madera que jamás podrá ser sustituida por la de ninguna otra especie. Es un tesoro que nos legaron nuestros antepasados, y es cuestión de honor, no un asunto meramente económico, el que seamos capaces de legarlo a nuestra vez a las generaciones venideras….”


Adaptado de C. C. Unamuno, 1927


El progresivo abandono del medio rural, las enfermedades y la falta de perspectivas económicas están haciendo desaparecer los bosques de castaños, los “soutos”, uno de los recursos agroforestales más importantes de El Bierzo-León, íntimamente ligado a su vida y a su paisaje desde tiempos inmemoriales. Los sotos de esta comarca representan más del 50% de la superficie de esta especie en Castilla y León.
Si alguna especie arbórea destaca en El Bierzo, ésta es, sin duda, el castaño (Castanea sativa Mill). Ligado al hombre desde tiempos inmemoriales, el castaño ha sido fuente principal de alimento, madera e ingresos monetarios. Esta relación ancestral del hombre y el castaño ha sido la responsable del modelo de paisaje que podemos encontrarnos hoy en la comarca: sotos (a veces centenarios) rodeando los núcleos de población y ocupando laderas enteras en las zonas de climatología más propicia.
En la actualidad, el cultivo del castaño sigue siendo importante puesto que esta especie ocupa aproximadamente 20.000 ha en la zona de estudio. Sin embargo, la tendencia regresiva que empezó con la crisis del sistema agrario tradicional hace cincuenta años ha propiciado el abandono
de muchos de los sotos. Como agravante a esta situación general, la extensión del chancro, Cryphonectria parasitica (Murr.) Barr y los incendios forestales han mermado la producción y en algunos casos han acabado con los sotos.
En los últimos cincuenta años se ha perdido más del 40% de la superficie ocupada por la especie. Lejos de cambiar esta tendencia la regresión continúa sin haberse encontrado una solución global al problema del castaño. 
(Fernández-Manso et al. 2010, Un Futuro para el Castaño)